No sé si se trata de un lapsus del autor o de una mala pasada del
editor del texto, pero es estupendo (en el sentido etimológico) que la
reseña, justo en el párrafo aquí transcrito, cometa un error tan patente
sobre un étimo tan sencillo como el del prefijo culto “sesqui”, que en
latín no significa “medio” -eso es “semi”- sino “una mitad más”, o “una
unidad y media”, como dice el DRAE.
Precisamente por ello un sesquicentenario no es un cincuentenario,
sino la conmemoración de los ciento cincuenta años de un acontecimiento.
Incluso sería etimológicamente correcto -aunque no académicamente
ortodoxo- decir que este año se conmemora el bisesquicentenario del
nacimiento de Mozart, ocurrido en 1756.
De ahí que el neologismo “sesquilingüismo” esté bien logrado por su
autor, pues significa precisamente lo que se quiere denotar
(conocimiento de una lengua y a medias de otra, como punto intermedio
entre monolingüismo y bilingüismo), mientras que “semilingüismo” no es
que fuera peyorativo, es que tendría otro sentido, si alguno, y referido
en todo caso a una sola lengua. Por lo demás, el concepto que se quiere
expresar como “semilingüismo” existe ya en la expresión acuñada
“bilingüismo pasivo”, aunque ésta se refiere más a la comunicación (cada
interlocutor se expresa en su lengua y entiende la del otro) que al
conocimiento en sí.
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