El
tatuaje: ¿arte o lenguaje en la piel?
A pesar de la innegable actualidad del arte del tatuaje, el inicio de
esta técnica para pigmentar la piel se remonta a los mismos orígenes de la
humanidad, tal y como muestran las evidencias encontradas en las culturas
neolíticas europeas, Egipto o las sociedades precolombinas americanas
Los tatuajes son producciones culturales. La palabra tatuaje, que nos ha
llegado a través del término inglés tattoo, proviene de las islas del Pacífico, en concreto de la cultura maorí
de Nueva Zelanda. Se trata de una palabra creada durante el siglo XIX a partir
de dos términos maoríes: ta (dibujo)
y atouas (guardián divino). El
significado maorí del vocablo tatuaje es muy descriptivo: los tatuajes reproducen imaginarios culturales o,
en otras palabras, hacen visible lo invisible. Y esto, en todos los contextos.
No solo en las islas del Pacífico, sino también en Europa, América y Asia,
puede hablarse del tatuaje como de una práctica cultural extendida.
La mayoría de los estudios antropológicos sobre el tatuaje coinciden en
señalar que la piel, a través de este, se convierte en portadora de significados
sociales. Pero, ¿qué nos dicen los tatuajes de los grupos o de las sociedades
que los han producido? ¿Qué tipo de información codifican los tatuajes y cómo
lo hacen? […] Griegos, romanos y celtas usaban el tatuaje como señal para
indicar aspectos penales y de propiedad. Se marcaba a los criminales y a los
esclavos. La palabra griega para denominar los tatuajes era stigma. En las primeras
comunidades cristianas europeas el tatuaje por motivos religiosos formaba parte
de las modalidades de reivindicación identitaria y religiosa. Con la extensión
del cristianismo en Europa, el tatuaje religioso no solo decayó sino que fue
desvalorizado. Hacia el año 787 el papa Adriano prohibió las marcas religiosas
en el cuerpo. La justificación de esta prohibición era que se trataba de dibujos que
desfiguraban la imagen de Dios.
A partir de ejemplos como los que se acaban de presentar, quienes han
analizado las intervenciones corporales coinciden en afirmar que los cambios en
estas dan cuenta de las transformaciones de la sociedad. En estos estudios
sobre el tatuaje, la identidad es el concepto central. Los tatuajes y las
marcas corporales en general, sirven para que los individuos construyan y muestren su identidad
como miembros de una sociedad y se distingan de los que pertenecen a otros
grupos. […] Hoy prolifera en Occidente un tatuaje más relacionado con la identidad individual que
colectiva; este se convierte en la memoria del individuo más que en la memoria
o la identidad del grupo. Este proceso de individualización del tatuaje ha
ampliado su uso, en algunos casos ha elevado el tatuaje a la categoría de arte
y, en cierta medida, lo ha sacado de su marginación para convertirlo en una
moda popular.
Gemma Orobitg Canal
Clío, abril de 2002, n.º 6
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